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LOS OLORES DE LA NAVIDAD 1
01-12-2015

El olfato es tal vez el sentido que más nos transporta a momentos y sensaciones significativas de nuestras vidas, por eso, no es extraño que muchos aromas característicos de esta época nos trasladen a nuestra niñez y recuerdos de infancia. En esta primera entrega os hablaremos de uno de los dos clásicos de la navidad: el Pesebre.
El pesebre representa y celebra el nacimiento de Jesús en un establo de Belén, una tradición que le debemos a San Francisco de Asís cuando en la Nochebuena de 1223 montó una representación simbólica de la escena de nacimiento. Con los años fue tomando forma, y hoy, en sus versiones más conservadoras, cuenta con un buey, una mula, los reyes magos y María y José. En la noche de navidad el niño completa la escena. Los aromas de incienso, mirra y clavo se usan para darle más realismo en los montajes más elaborados y cualquier niño que haya participado en la elaboración de un pesebre identifica estos olores tan característicos de la navidad. Una tradición que deberíamos conservar. El Profesor de Historia del Oriente Próximo de la Universidad CEU San Pablo, Hipólito Sanchiz, ha explicado que los tres regalos con los que obsequiaron los Reyes Magos al Niño Jesús no fueron elegidos por casualidad, pues el oro era un regalo para Jesús como Rey (pues era un regalo destinado a reyes), el incienso era un presente para Jesús como Dios (pues esta resina se quemaba delante de los dioses) y la mirra, para Jesús como hombre (pues con ella se embalsamaba a los muertos)
"Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra", explica el evangelio de Mateo. Todo el mundo tiene una idea de lo que son el oro y el incienso pero, ¿qué pasa con la mirra, el tercer regalo que los Reyes Magos llevaron al niño Jesús?
¿Qué es la mirra?
Se trata de una resina aromática que exuda la Commiphora myrrha, un árbol que de forma natural crece al noreste de África, en Arabia y Turquía. De sabor muy amargo, la mirra fue un bien muy preciado en la antigüedad, ya que se empleaba para elaborar perfumes y ungüentos. Esta sustancia también tiene numerosas propiedades medicinales y se usaba para tratar la ronquera, la disentería y como antiparasitaria. Además, Dioscórides también menciona en su tratado "De Materia Médica" las propiedades abortivas de la mirra. De forma frecuente esta resina era utilizada también como ungüento para embalsamar a los muertos.
Aunque no se sabe con exactitud el significado de este regalo, algunas hipótesis apuntan a que su sabor anunciaba proféticamente momentos muy amargos en la vida del Mesías.
A la izquierda, resina lechosa exudando de la corteza del árbol de la mirra. A la derecha, la misma resina solidificada
¿Qué es el Incienso?
El incienso es una resina aromática que se extrae de algunas plantas del género Boswellia. Originalmente se conocía en las diversas culturas con nombres derivados de la leche debido al aspecto de la resina al brotar del árbol. Así, para los hebreos era "lebonah", para los griegos "libanos", los árabes lo llamaban "luban" y los romanos "olibanum", palabra de la que deriva "olíbano" que es como se sigue conociendo en la actualidad a esta resina. A menudo para aprovechar mejor las propiedades aromáticas del olíbano se le añadían aceites esenciales de origen animal o vegetal para que pudieran arder y así desprender un humo perfumado. Debido a esta práctica habitual de "encender" (en latín "incendoere") la resina derivó la palabra actual "incienso".
A la izquierda, resina lechosa exudando de la corteza del árbol del incienso. A la derecha, la misma resina solidificada
Hoy en día a cualquier mezcla de sustancias que despidan buen olor se le llama incienso por ello podemos encontrar combinaciones con otras resinas y sustancias como la mirra, el ciprés, la canela, el romero, etc.Usado por todas las culturas del mundo y por la mayoría de las religiones tradicionales para sus diferentes ritos, estos aromas parecían tener unas propiedades que hacían conectar al hombre con lo divino y con la naturaleza, pero es la naturaleza misma la que provee al hombre de esta sustancia que aparece al raspar la superficie de la corteza de un simple árbol, que suda gotas de un líquido con aspecto de leche y que más tarde se convierten en piedrecillas.